domingo, 17 de enero de 2016

Enero gris.

Qué poco color tiene enero, oigan.
Ha estado lloviendo y me he perdido los bailes en los que las gotas mojan mi pelo, no podía arriesgarme a un resfriado esta vez, no puedo permitírmelo, me necesito al máximo. En uno de mis descansos me di el lujo de estar pisando charcos con mis botas de agua.
¡Y aún quedan semanas! Espero que termine mejor de lo que ha empezado y que en febrero no me lleve el viento, o sí, sería bonito volar con su susurro.
¿Qué mejor que escaparnos después de este colapso mental? Huir de las broncas y de las preguntas que no queremos responder...
Habrá que ser responsable y no darle la espalda a la realidad, ¿no?
Hay que enfrentarse a las dificultades con la mayor disposición posible y superarlas. Mejor no tomarlas muy a pecho o nos dañarán tanto como las palabras de ciertas personas, esas que hacen que te cruja el alma y se quiebre. Y si pasa, un poco de 'loc tite' y listo.
Tardará en secar, pero lo hará, o al menos confío en ello.
Si veo que tarda mucho, me ayudaré con el secador porque paciencia tengo poca y escocer, escuece un rato.
Ay, ¡qué peligrosas las palabras! Están más afiladas que una espada japonesa,  además las clavan en el momento más inesperado.
Una guerra de palabras y no de armas es lo que hace falta, más escuchar y razonar y menos matar.
Si estuviéramos prestos a entendernos con palabras, el mundo funcionaría mucho mejor.
Que sí, que ya me pongo a estudiar, lengua me está estresando una 'miaja'.
Calles, parques, campos, amigxs, pronto me tendréis con vosotrxs.

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