Hay abrazos que se echan de menos cuando los pierdes.
Pasa el tiempo, los necesitas.
Ya no hay nada que te riegue, te vas marchitando poco a poco porque te falta el agua que cubría las heridas.
Cuando recuperas esos abrazos, se llena de flores todo tu desierto, crecen por todas partes, las diferentes heridas ya apenas se ven, siguen doliendo, pero el olor ameniza el dolor.
Esos abrazos provocan paz, tranquilidad y serenidad. Te quedarías a vivir en ellos. Deseas que fuesen tu hogar.
Pero no, no puedes. Por eso disfrutas el instante en el que se producen, porque son eso, instantes. Pequeños instantes que sanan largos periodos.
Sientes que en ellos puedes pensar, susurrar y gritar: libertad.
Cierras los ojos y notas tu piel erizada a causa de la suave brisa que atraviesa tu alma.
Te trasladas a la vieja Rusia y sus victorias.
Esos abrazos te fortalecen, con todo puedes, pero soltarle debes.
Ya solo queda procurar no volver a perderlos, a perderle.
domingo, 31 de enero de 2016
Abrazos.
viernes, 22 de enero de 2016
Hermana.
domingo, 17 de enero de 2016
Enero gris.
Ha estado lloviendo y me he perdido los bailes en los que las gotas mojan mi pelo, no podía arriesgarme a un resfriado esta vez, no puedo permitírmelo, me necesito al máximo. En uno de mis descansos me di el lujo de estar pisando charcos con mis botas de agua.
¡Y aún quedan semanas! Espero que termine mejor de lo que ha empezado y que en febrero no me lleve el viento, o sí, sería bonito volar con su susurro.
¿Qué mejor que escaparnos después de este colapso mental? Huir de las broncas y de las preguntas que no queremos responder...
Habrá que ser responsable y no darle la espalda a la realidad, ¿no?
Hay que enfrentarse a las dificultades con la mayor disposición posible y superarlas. Mejor no tomarlas muy a pecho o nos dañarán tanto como las palabras de ciertas personas, esas que hacen que te cruja el alma y se quiebre. Y si pasa, un poco de 'loc tite' y listo.
Tardará en secar, pero lo hará, o al menos confío en ello.
Si veo que tarda mucho, me ayudaré con el secador porque paciencia tengo poca y escocer, escuece un rato.
Ay, ¡qué peligrosas las palabras! Están más afiladas que una espada japonesa, además las clavan en el momento más inesperado.
Una guerra de palabras y no de armas es lo que hace falta, más escuchar y razonar y menos matar.
Si estuviéramos prestos a entendernos con palabras, el mundo funcionaría mucho mejor.
Que sí, que ya me pongo a estudiar, lengua me está estresando una 'miaja'.
Calles, parques, campos, amigxs, pronto me tendréis con vosotrxs.
sábado, 16 de enero de 2016
Saco la lengua.
Un mundo lleno de guerras, de políticos hipócritas y lxs que defienden su hipocresía, de gente que pasa hambre y que no puede tener una educación en la que aprender de verdad, de gente que pasa frío porque no tiene donde refugiarse, de gente que es rechazadas por quienes son.
Un mundo de ambición, egoísmo y maldad.
Un mundo en el que ver una teta, un pene, un culo, una compresa asusta pero ver un arma no.
Un mundo en el que el amor se ha convertido en dependencia, en romanticismo, en falso amor.
Un mundo en el que la libertad no existe y en el que tengo unos cubitos por pies que no me dejan dormir.
Mi lengua pide un nuevo mundo, uno que funcione de verdad, en el que todxs puedan trabajar, estudiar... en el que se comparta y no exista la riqueza ni la pobreza, en el que nadie sea superior a otrx... en el que "no tengamos que pedir perdón si nos pillan follando". Un mundo de iguales y libres.
Qué preciosa utopía, a estas horas ya estoy empezando a soñar...
viernes, 15 de enero de 2016
Revolución y orgullo.
Me di cuenta de que fingir costaba cada vez menos, ya apenas me esforzaba.
Verle luchar me inspiraba para luchar más fuerte.
Ya no fingía.
¿Y ahora qué hago yo? Seguiré luchando, mi voz sonará tan alto que, no oirás un simple grito, admirarás la guerrera en la que me habré convertido.
Mientras yo esté derramando lágrimas escondida por ti, tú te arrepentirás de mi humillación.
Eres imbécil, imbécil.
Teníamos que estar juntos en el frente de la batalla, pero has preferido escupirme y cambiar de sitio.
No importa, sé apañármelas sola.
martes, 12 de enero de 2016
Necesidad de cariño, ganas de llorar.
Algo que escribí a mitad del cuatrimestre pero la sensación de repite constantemente, simplemente habría que cambiar 'deberes' por 'exámenes' y encajaría:
Últimamente tengo muchas ganas de llorar. Pero no lo hago. Cuando las lágrimas empiezan a caer, las retengo. Se están acumulando y sé que explotarán.
No duermo bien por las noches y paso los días con sueño.
Echo de menos el instituto. Estar con mis amigos de años o con los conocidos recientemente. Pero mis amigos.
Echarnos unas risas, que me abracen, hablar sin vergüenzas, discutir, reconciliarnos.
Pasar tiempo con ellos, sentir su cariño.
Pasearme por el instituto y ver a unos amigos, a otros y a otros más. Me sentía cómoda, querida, rodeada de mi familia. La familia que elegí.
Les echo tanto de menos que a veces siento una presión en el pecho.
Acostumbrarse a esta nueva vida cuesta más de lo que creía.
Y son las 2am y aquí sigo.
Mi despertador programado a las 8am me pasará factura.
Pero a la vez, me siento tan bien fuera de casa.
Echo de menos a mis padres, por supuesto.
Sin embargo, no oír gritos, ningún tipo de levantamiento de voz, no tener la presión de si me pueden echar la bronca por hacer algo mal, el poder pasear sin que me digan "no", no ver malas caras sino sonrisas, la sensación de autonomía y tener siempre mis "buenos días, ¿qué tal el día?"... es maravilloso.
Esta vida sería perfecta si tuviese a mis amigos cerca. Maldita distancia que todo lo jode...
Acabo de sonar demasiado moderna.
Ah, con menos deberes también viviría mejor. O simplemente viviría. Me roban demasiado tiempo.
Al menos estudio lo que me gusta, creo, aunque mis clases estén hechas para dormir a una ardilla que haya tomado café.
lunes, 11 de enero de 2016
Uno entre tantos.
Besó a muchos. Besó a muchos, pero sólo uno conseguía estremecerle incluso de lejos. Sólo uno le hacía morir y renacer. Solamente aquella mirada era en la que veía el mundo. Creía que eran los ojos más hermosos a los que había mirado jamás. Y los labios más jugosos, labios de los que tanta ansia tenía, ni los vampiros por un buen cuello llegaban a tal punto. Su sed por ellos era tan fuerte que necesitaba beber de otros para no desidratarse mientras perseguía los suyos, pero no sabían igual, ni se acercaban. Maldita la hora en la que los miró, maldita música, maldita lucha y maldita mente que nunca se follaría, a pesar de desearlo. Nunca. Nunca. Cada nunca era un martillazo al corazón, intentaba romper la esperanza que sabía que no tendría. Anhelaba estar acurrucada entre sus brazos. Pero acabó, bastó con un "mientras" como cómplice del culpable "adiós". Se había ido.