domingo, 23 de abril de 2017

Feliz San Jorge

Hoy es un buen día para recordar a todas esas mujeres que tuvieron que firmar sus libros con el nombre de su marido, hermano o padre para que salieran a la luz, a todas aquellas a las que se les trató con violencia por escribir por el mero hecho de estar saliéndose de las normas que les imponían tratándolas de locas, a las que tenían que hacerlo a escondidas y a las que ni si quiera pudieron hacerlo. También recordar a aquellas que sí consiguieron publicar sus libros con su nombre, pero no se les valoro, o a aquellas que tuvieron reconocimiento, pero que aún así, hoy no sabemos quienes son. Por supuesto, también recordar a las que sí son sonadas.

Y es que a las mujeres no se les dejaba desarrollar su mente y si lo hacían, significaba estar poniéndose a la altura del hombre y eso no se les podía permitir, se les tachaba de brujas o de locas por PENSAR.

Por otra parte, hay muchas más autoras de las que creemos, pero de las que nunca hemos oído hablar. ¿Por qué? ¿Por que no son tan buenas? No, porque en el colegio nos destacan a muchos muchos autores y a alguna autora más conocida, pero nada más. Es por eso que lucho por una educación feminista, para que también se den a conocer a las muchas escritoras mujeres.

Es cierto que muchas no tenían una técnica tan perfeccionada, pero también tiene sus razones. Los hombres podían formarse mientras que las mujeres no. Así que hay que reconocer ese esfuerzo y ver el mundo también desde la perspectiva de las mujeres.

En la actualidad aún se sigue valorando más la firma de un hombre que la de una mujer, pero con mucha lucha, el feminismo va consiguiendo abrir camino a las autoras. Yo animo a todas esas mujeres a las que os gusta escribir, que cada una de vuestras palabras son enormes. Escribid, escribid para vosotras y escribid para el resto, el mundo necesita más palabras de mujeres. No tengáis miedo y sacad vuestro arte al público, que os lea el mundo, que os comáis el mundo.

Y este mensaje no sólo va para escritoras, va para todas a las que les guste algo (pintar, cantar, deporte... ¡cualquier cosa!), que nada os detenga. Valéis mucho.

sábado, 22 de abril de 2017

Por fin te escribo, por fin me despido.

Me enamoré de ti, confiaba tanto en ti que me dejé llevar sin miedo hasta enamorarme profundamente de ti. Me fallaste. Toda yo se derrumbó.

Y no te culpo. Yo también te fallé cortando poco a poco las plumas que necesitabas para volar incluso cuando mi afición favorita era verte desplegar las alas.

Te fallé y ahora me estoy fallando yo muriendo por ti cada segundo, habiendo permitido que rajases mi corazón el día de los enamorados (já, enamorados, qué ironía) y que lo destruyeses por completo al decirme que no me querías.

Me estoy fallando al no tirar este dolor permanente a la basura de una vez y por pensar que vas a ser tú quien va a venir a sanarme.

Te he escrito tanto para darte mi amor que ahora no va a ser una excepción. Te quiero, te he querido tanto que no hay palabras para explicarlo y no sé si conseguí demostrártelo a tiempo. Y te voy a querer siempre porque un amor así, es eterno.

Me estoy ahogando tratando ser fuerte, me estoy quedando sin oxígeno de tanto mirarme en el espejo y verme sin ti.

Estoy agotada de tener que levantarme otra vez cada vez que tengo una caída, ¿pero qué voy a hacer? No puedo quedarme en el suelo esperando a que me pisen.

Anoche me dormí llorando mientras te escribía y esta mañana seguía sin ti, ya no me importaba tanto. Una vez me preguntaron si conocía aquel dicho de: 10 días y 1000 noches.

Tengo, por todo el amor que siento hacia mí, que liberarme de ti, que aún me tienes envuelta.

Y tengo empezar a hacerlo por mí y no por ti como hasta ahora. No para que me veas bien, sino para sentirme bien yo, conmigo. No para no hacerte daño sino para dejar de hacérmelo yo, a mí.

No voy a dejar de ser tu amiga y tu apoyo, ni al haber sido tan egoísta porque sí, lo has sido, y voy a guardar siempre en mi memoria el rencor que te tengo, aunque lo deje a un lado por todo lo que has sido y espero que seas.

Estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano manteniéndote a mi lado, pero es que también lo estaría haciendo si estuvieras lejos.

Ya estoy empezando a hacer mi vida sin ti, me siento rara, una extraña en el mundo, y da igual, tengo que continuar aunque se me caigan las lágrimas.

Tengo que darle tiempo al tiempo para dejar de pensar en ti cada momento de MI vida, disfrutando del camino de este desamor tan doloroso que me ha dejado descubrir todo lo que se puede sentir por alguien.

No olvidaré nuestro lecho, eso seguro, nadie comerá mi sexo ni mis pechos ni me hará el amor igual que tú, nadie.

Ese 14 de febrero al tal Valentín se le escapó una flecha de plomo y dejé de ser yo para ser dolor. Ahora tengo que rehabilitarme.

Me despido, amor, gracias por haberme hecho la más feliz, ahora lo haré yo.