Me enamoré de ti el primer día sin saberlo. Escuché tu voz
hablar de lucha y te miré a lo lejos ruborizada. Me presenté y te miré a los
ojos… desde entonces ya no he podido dejar de pensar en ti. Aquella mañana
temprano me rozaste la mano… me quedé desconcertada, ¿qué fue aquello que
sentí?
Encerradxs protestando, algo me hacía querer estar cerca de
ti, también aquel día de la república. No pude negarme el día siguiente a
verte. Me encontraba a gusto y sufría a la vez porque sólo quería besar tus
labios, y envuelta en nervios lo hicimos, nos besamos.
“¿Hablamos mañana?” Dijiste. Felicidad. Felicidad y miedo a
la vez, pero un miedo con ganas, ganas como hacía años que no tenía. ¿Qué me
estaba pasando? Me estabas pasando tú, mi amor, me estaba pasando lo más bonito
que me ha ocurrido jamás hasta ahora. Me lancé (queriendo) a un túnel que
resultó llegar a un paraíso de apoyo.
No sé qué clase de magia fue, pero no tuve dudas de ti. No tuve dudas de quererte, de querer apoyarte,
de prestarte mis labios para reír y para llorar, de coger los tuyos, de ser
contigo, de ser tu amiga, tu compañera, y caminar juntxs (a ser posible de la
mano y sin soltarnos nada más que para cogernos o cogernos la cara), aunque
cada uno en su carril, por supuesto, siendo libres juntxs.
Desde el primer día comencé a admirarte, a sentir orgullo,
vi en ti la ilusión como en nadie. No me canso de mirarte y apreciar lo bello
que eres por fuera y por dentro. Desde
el primer día disfruto de cada momento, cada gesto… y lo seguiré haciendo hasta
el último día.
No podemos saber qué nos deparará el futuro, pero te pensaré
bonito siempre, estoy segura. Siempre pensaré en cómo me sanan tus caricias, tu
risa, tus besos… TÚ. T’estimo, ti amo,
ich liebe dich, je t’aime, Я люблю тебя , quérote, maite zaitut, I love
you… no importa el idioma, pero te amo.