Sólo sé que me quiero y que dormir ya no tienta tanto como sentirle dormir, que corre prisa derpertarme para verle despertar, que la poesía es más bonita si la reproduce su voz o cuando la producen sus manos. Las mismas cuyos dedos se entrelazan con los míos y acarician suavemente mi piel hasta llegar a mi alma soñadora y revolucionaria como la suya. Las mismas que agarraré en cada batalla, los labios con los que celebraré la victoria
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